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Esto somos...

Por Yisell Espitia

La idea dentro de la cabeza de una estudiante de periodismo que un día se dio cuenta de que la cocina era mucho más que preparar, servir y comer.

Todo empezó desde que nací, por supuesto, cuando tomé por costumbre dejar siempre algo en el tetero y luego en el plato. El terror psicológico fue lo único que pudo hacerme comer todo y de todo, es decir, mi madre poniendo en frente de mi plato una foto de una niña somalí con inanición y llorando desconsoladamente.

¿Por qué simplemente no me dejan comer la cantidad que quiero comer?, me preguntaba una y otra vez. Porque, para mí, comer no es un acto de cantidad sino de calidad. Si algo no me gustaba, simplemente no lo consumía. "Desagradecida", me decían, pero aún así mi paladar seguía negándose a degustar algo que estaba mal hecho.

Con el tiempo, solo era feliz cuando me llevaban a comer en restaurantes. Mis favoritos, desde los 8 años, fueron los de cocina árabe y los que ofrecían frutos del mar, dos tipos de comida que siempre me recordarán a mi padre, un hombre al que ni su presión arterial alta, ni su falta de dinero pudieron obligarlo a dejar de comer lo que quería. Pero no solo "comer en la calle" me hacía feliz, también me comía el plato completo cuando mi madre preparaba sus lentejas, arroz con pollo y albóndigas, o las pocas veces que visitábamos a mi abuela materna y ésta nos deleitaba a todos con su caldo de gallina, y mientras me servía decía: "sólo ponen huevos cuando tu vienes".

Nunca había pensado en mi relación con la comida hasta que, luego de escoger la profundización en periodismo gastronómico en la universidad, tuve que escribir una crónica que uniera sentimientos y comida en un escenario de mi vida. Fue en ese momento, frente al computador, cuando me dí cuenta que el acto alimentario no era algo operativo, es algo del corazón que une el olfato, el sentido más conectado a la memoria, el gusto, la visión y hasta el oído. Pero ahí no acaba todo, cocinar y comer son también actos culturales, actos de resistencia, actos de memoria, actos de apropiación y civilización.

Este blog no se hizo solo para criticar restaurantes ni para decir que esto sabe mal o aquello bien, se hizo para rescatar todos esos colores, olores y sabores en una plaza de mercado, se hizo por los pescadores, por los agricultores, por las víctimas que un día tuvieron que dejar de comer lo que sus pueblos por siglos comieron porque unos hombres armados les dijeron que ya no podían habitar más su tierra, se hizo por los hijos a los que les encanta la comida de su mamá.

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© 2016 by Yisell Espitia.

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